martes, 24 de marzo de 2015

LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE 1939 HASTA FINALES DEL SIGLO XX

CONTEXTO HISTÓRICO

    La literatura después de la Guerra Civil atraviesa por diferentes etapas que se vinculan a los distintos acontecimientos y circunstancias históricas.  España vive bajo la dictadura del general Franco y esto tiene las siguientes consecuencias para el país: el aislamiento internacional, la represión política de los vencidos y una férrea censura.
   El aislamiento internacional fue mitigándose a lo largo de los años posteriores y, durante la década de los años 50, se inicia una tímida apertura hacia el exterior; asimismo, empieza a despuntar el desarrollo económico que mejorará las condiciones de vida de la población, a pesar de que implica sacrificios (emigración, control de los movimientos obreros…). Se trata de un desarrollo económico que no conlleva cambios políticos en el país.
  Con el fallecimiento del dictador, el Régimen se derrumbó y empezó un período de transición pacífica, con la reinstauración de la monarquía en la figura del rey Juan Carlos I; el proceso culmina con la implantación de un sistema democrático, la celebración de elecciones libres y la aprobación de la Constitución de 1978.
  A pesar de que la transición fue pacífica no desaparecieron problemas como el terrorismo, el golpismo y la corrupción.


1. LA POESÍA EN LOS AÑOS 40

    Se divide en tres tendencias:

1.1.  Poesía en el exilio

       Esta poesía tiene como común denominador la añoranza de España. Uno de los poetas que sobresale es León Felipe.

1.2. Poesía arraigada
    
   Cultivada por autores de la llamada Generación del 36, cuyo punto de unión es haber tomado parte en la contienda. Salvo excepciones (Miguel Hernández y Gabriel Celaya), pertenecen al bando vencedor y son complacientes con la dictadura. Su poesía adopta una forma clasicista (sonetos al estilo de Garcilaso) y dos tonos diferentes:

a)       Uno heroico para ensalzar el momento presente, relacionándolo con el pasado imperial español.
b)       Otro intimista para ensalzar la belleza de la tierra, el amor dentro de la familia o el sentimiento religioso.
  
     Sus órganos de difusión son las revistas Escorial, Juventud o Garcilaso; sus principales representantes, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, y José García Nieto


1.3. Poesía desarraigada

    En 1944 se producen dos importantes hitos poéticos:

a)  Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso publican, respectivamente, Sombra del paraíso e Hijos de la ira.

b)   En León aparece el primer número de la revista Espadaña. Otras publicaciones destacadas son Corcel, en Valencia, o Proel, en Santander.

   Los poetas “desarraigados” intentan reflejar la peripecia individual del ser humano en tiempos de angustia y dolor. Se trata de una poesía existencialista y realista, que evolucionará muy pronto hacia la poesía social. El lenguaje utilizado es abrupto, casi violento, cercano al grito.

   Autores: Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, José Hierro, Carlos Bousoño, Gabriel Celaya, y Blas de Otero.
                                               
    Un interesante grupo de poetas de la España de posguerra es el que se configura en torno a la revista cordobesa Cántico, fundada en 1947 (Pablo García Baena, Ricardo Molina, Juan Bernier). Dentro del llamado postismo vanguardista destacan Carlos Edmundo de Ory y Juan Eduardo Cirlot. 


2.       POESÍA EN LOS AÑOS 50: POESÍA SOCIAL

      Los escritores salen de su angustia interior y dan testimonio de lo que ocurre en la calle; con su protesta pretenden transformar la sociedad y tienen fe en que la literatura como motor de ese cambio. Palabras como compromiso y solidaridad son las que mejor expresan el sentir de estos poetas, porque buscan compartir sus versos con los demás, con el pueblo, y que su obra no sea suya, sino de todos. Esta actitud les conduce a expresar sus mensajes con un lenguaje tan transparente que llega incluso, en el caso de Gabriel Celaya, a un prosaísmo extremo. Para ellos la poesía ha de ser una actividad tan social y tan necesaria como el trabajo o la justicia y otorgan a la palabra tanto valor como el aire que se respira: “Poesía necesaria como el aire que exigimos trece veces por minuto”

    Dentro de esta corriente, destacaremos a tres poetas: Gabriel Celaya, Blas de Otero y José Hierro.

a) Gabriel Celaya. Su obra más conocida se desarrolla a partir de 1947. Obras: Tranquilamente hablando (1947) y Las cosas como son (1949); ambas de su etapa existencialista. De su etapa social destacaremos: Las cartas boca arriba (1951) y Cantos iberos (1955).

b) Blas de Otero: Es el gran poeta de la posguerra. Fue censurado y prohibido en repetidas ocasiones. Su obra, que tiene tres etapas, es una buena muestra de la evolución de la poesía española de la segunda mitad de siglo.

b.1. Primera etapa. Existencialista. De tono desgarrado, se centra en la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia. Obras: Ángel fieramente humano (1949) y Redoble de conciencia (1951) englobados más tarde en el libro Ancia.

b.2. Segunda etapa: Poesía social. Adopta una actitud de compromiso y solidaridad con los problemas colectivos de España. Obras: Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1959) y Que trata de España (1964).

b.3. Tercera etapa: supone un cambio formal importante, casi cercano al experimentalismo. A esta época pertenece Hojas de Madrid (1968-1979).

c) José Hierro: Se integra en la poesía social con Quinta del 42 (1952) y Cuanto sé de mí (1959).
    

3. LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 50

    Se ha dado el discutido nombre de Generación del 50 o Generación de medio siglo al grupo de poetas que comienza a publicar en la década de 1959. Algo más jóvenes que los poetas sociales, comparten con ellos la visión crítica de la realidad y una similar atención a los problemas de la colectividad. Una de las características fundamentales de estos poetas es su preocupación por los problemas del ser humano. Ahora bien, en ningún momento hacen de ello bandera o proclama abierta, sino que lo preservan en su esfera personal. En la poética de estos autores pierde peso el concepto de la poesía como comunicación, acuñado por Vicente Aleixandre, y pasa a hablarse de la poesía como experiencia o como conocimiento.

   Se advierte en la mayoría una consciente voluntad de estilo y un mayor esmero en el cuidado del lenguaje: el deseo de naturalidad tiene su reflejo en la inclinación hacia lo narrativo y en el empleo de una lengua coloquial. También es muy relevante su apertura a muy diversas influencias (Ezra Pound, T.S. Eliot, Cavafis), lo que da en ocasiones un sesgo culturalista a sus textos.

-          Ángel González:  Tratado de urbanismo (1967).
-          José Ángel Valente, Poemas a Lázaro (1960)
-          Jaime Gil de Biedma, Compañeros de viaje (1959)
-          Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad (1953)


4. LA GENERACIÓN DE LOS “NOVÍSIMOS”

     Dos fechas marcan esta etapa:

a) 1966, año de publicación de Arde el mar, de Pere Gimferrer.

b) 1970, año en que José María Castellet publica Nueve novísimos poetas españoles, antología que da nombre a la generación.

    Los novísimos son presentados como un movimiento portador de un nuevo lenguaje poético que retoma el experimentalismo formal. Estos poetas ya no piensan que la poesía pueda cambiar la realidad, así que se alejan del compromiso político, del testimonio, y regresan a la audacia vanguardista (escritura automática, collage, verso libre amplio) o al barroquismo expresivo.
  La rica formación literaria de estos escritores (muchos de ellos han estudiado Filología) contribuye al sesgo culturalista de sus poemas, que rayan bastantes veces con el exhibicionismo cultural (admiran a Eliot, Pound, Cavafis, Yeats, Sade, Lautréamont, Rimbaud, Octavio Paz, Lezama Lima…). El gusto por lo decadente, exquisito o estilizado les conduce a enmarcar sus versos en ambientes refinados, escenarios italianos o ciudades como Venecia; por otro lado, son también frecuentes los motivos de la sociedad de consumo (topónimos anglosajones, cine, deporte, cómics, música…).                        

-          Pere Gimferrer, La muerte en Beverly Hills (1968).
-          Guillermo Carnero,  Dibujo de la muerte (1967)
-          Antonio Colinas, Sepulcro en Tarquinia (1975).
-          Manuel Vázquez Montalbán, Una educación sentimental (1967).
-          Leopoldo María Panero,  Así se fundó Carnaby Street (1970).

5.- LA POESÍA ÚLTIMA

    La poesía posterior a 1975, más realista en casi todos los casos,  presenta diversas tendencias.
    Es imposible hablar de todos los autores. La crítica ha hecho un intento por establecer corrientes dominantes para poder estudiar esta poesía; así podemos destacar:

a) Neopurismo: enlaza con Góngora y Mallarmé a través de la lectura de la Generación del 27. Representantes: Andrés Sánchez Robayna con Sobre una piedra extrema (1995). Justo Navarro, con Un aviador prevé su muerte (Premio de la Crítica 1987).

b) Poesía de la experiencia: es la corriente que más cultivadores tiene. Se caracteriza por la historicidad, por el componente biográfico y por estar abierta a los demás. Representantes: Luis García Montero, con Habitaciones separadas (1994, Premio Nacional de Poesía en 1995), entre otros títulos. Felipe Benítez Reyes,  con La mala compañía (1989).

c) Impresionismo posnovísimo: variante del culturalismo, destaca por su aire nostálgico. Representante: Andrés Trapiello,  con La vida fácil (1985).


  Se ha hablado también desde la crítica de poesía femenina, término quizá discutible. Podríamos citar aquí a Blanca Andreu, con De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagal (1981); Ana Rosetti, con Indicios Vehementes (1985); Amalia Iglesias, con Un lugar para el fuego (1985) y  Luisa Castro, con Los versos del eunuco (1986).

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