miércoles, 25 de marzo de 2015

LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANOS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX


   A principios del siglo XX se percibe en la narrativa hispanoamericana la huella del Modernismo; la prosa modernista encuentra su vehículo de expresión predilecto en el cuento, probablemente por la proliferación de periódicos en América. El mismo Rubén Darío, además de las prosas poéticas incluidas en Azul, es autor de diversos libros en prosa y de valiosos cuentos de tema fantástico. La atracción por lo decadente y el gusto por un estilo preciosista se advierten en los relatos de numerosos escritores hispanoamericanos: los más conocidos actualmente son  Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga.   

  La literatura hispanoamericana comienza a adquirir un acento propio, independiente de la literatura española. Estas son las tendencias más destacadas en los géneros narrativos de la novela y el cuento   

LA NOVELA DE LA TIERRA

   La búsqueda de la identidad nacional en los países americanos independizados de la metrópoli a lo largo del siglo XIX lleva a buscar las esencias de lo americano en el folclore y las costumbres tradicionales. Esta tendencia se acentúa cuando el Modernismo entra en decadencia y da lugar a un tipo de relatos que se detienen en las peculiaridades de las distintas regiones americanas (por eso se habla también, en relación con estas obras, de novela regionalista). El tema común suele ser el intento del hombre de dominar la todopoderosa naturaleza americana, lucha que alcanza en ocasiones proporciones de epopeya. 
  Destacan, dentro de esta corriente, el venezolano Rómulo Gallegos y su obra Doña Bárbara (1929); el colombiano José Eustasio Rivera y su novela La vorágine (1924), situada en una Amazonia implacable que destruye a los seres humanos; y el argentino Ricardo Güiraldes, cuya obra Don Segundo Sombra (1926) es modelo de la literatura gauchesca en prosa, como lo fue en poesía Martín Fierro.

  La novela indigenista, por su parte, es un tipo de novela social, reivindicativa, que plantea la problemática de la marginación y explotación del indio americano. Principales obras: Raza de bronce (1919) del boliviano Alcides Arguedas, Huasipungo (1934) del ecuatoriano Jorge Icaza y El mundo es ancho y ajeno (1941) del peruano Ciro Alegría.

SUPERACIÓN DEL REALISMO: “EL REALISMO MÁGICO”.

  A partir de 1940 la narrativa hispanoamericana se enriquece de forma inusitada. Los múltiples caminos seguidos revelan la asimilación de los procedimientos técnicos de los grandes novelistas europeos y norteamericanos, así como de las audacias estéticas que habían supuesto las vanguardias y, en particular, el Surrealismo. Este profundo cambio en la narrativa coincide con una época de transformaciones profundas en la vida social de los países americanos, con un espectacular crecimiento de las grandes ciudades y una realidad que cada vez está más lejos del mundo rural poscolonial del siglo XIX.
   La novela hispanoamericana de la segunda mitad de siglo muestra como característica más llamativa la ruptura con el realismo tradicional, ruptura que se manifiesta  en la aparición de elementos míticos, legendarios, mágicos, fantásticos, etc. Pero las narraciones siguen manteniendo una trama verosímil. Por eso, se han utilizado para denominar estos relatos expresiones que unen términos contradictorios: realismo mágico o, como prefiere Alejo Carpentier, lo real maravilloso.  Según el novelista cubano, la realidad americana, muy diferente de la europea, tanto en su diversa y majestuosa naturaleza, como en  la vida y costumbres de los pueblos indios o de los negros de origen africano, muestra perspectivas e ingredientes difícilmente racionalizables para una mentalidad occidental.
           
Autores y obras de este periodo:

Miguel Ángel Asturias (1899-1974), guatemalteco y premio Nobel en 1967. Su obra maestra, El señor Presidente (1946), es una novela de dictador en la línea de Tirano Banderas de Valle Inclán y una denuncia política de la arbitraria utilización del poder. Otra novela suya, Hombres de maíz (1949), trata el mundo indígena de forma mítica y poética.

Alejo Carpentier (1904-1980), cubano, es uno de los máximos maestros de la prosa castellana por la riqueza y perfección de su estilo. Cultiva en muchas obras el realismo mágico (que él llama lo real maravilloso), junto a complejas estructuras narrativas. De su producción podemos destacar El reino de este mundo (1949), que describe las sublevaciones negras en Haití; Los pasos perdidos (1953), alucinante viaje de un musicólogo al corazón de la selva en busca de la autenticidad de lo primitivo. Y, por último, El siglo de las luces (1962), que recrea la Revolución francesa en Las Antillas, mezclando historia y ficción junto con una compleja reflexión sobre la revolución y el poder.

Jorge Luis Borges (1899-1986), argentino, cuyas narraciones renuevan el tratamiento del cuento en lengua española con libros como Historia universal de la infamia (1935), Ficciones  (1944) o El Aleph (1949), en los que propone indagar en abstracciones como la unidad y la pluralidad del hombre, el eterno retorno y el tiempo, la eternidad, el enfrentamiento entre el interior del hombre y la realidad exterior, etc.

Juan Rulfo (1918-1986), mejicano y uno de los narradores que, pese a su corta producción, más ha influido en las siguientes generaciones. Los cuentos reunidos en El llano en llamas (1953) y la novela corta Pedro Páramo (1955) son suficientes para dar una visión irrepetible del mundo. Rulfo pasa de lo real a lo fantástico de un modo magistral y poético, al presentar una historia que es, al mismo tiempo, una denuncia de la injusticia y una intensa expresión del mito, la magia, y de la fusión del pasado y el presente, del mundo de los muertos y de los vivos, de la realidad y de la alucinación.

EL “BOOM ” HISPANOAMERICANO.

  Durante los años 60 se produce la difusión internacional de la narrativa de este continente. Se habló, por ello, del “boom” de la narrativa hispanoamericana. El creciente interés por los textos de estos escritores se ha explicado por la presencia en Europa de bastantes de ellos, en exilio voluntario o forzoso, lo que les permitió tener más fácil el acceso al potente mundo editorial europeo.
  De modo general, se puede decir que los nuevos novelistas han asimilado las innovaciones técnicas que se habían producido en la novela universal a lo largo del siglo XX (Proust, Joyce, Kafka o Faulkner). Y, por supuesto, son deudores directos de la tradición narrativa hispanoamericana anterior, por lo que las obras de algunos de ellos han sido consideradas la culminación del realismo mágico.

Autores y obras:

Julio Cortázar (1914-1984), argentino. Considerado, junto a Borges, como el renovador del cuento, se inclina por el relato fantástico partiendo de anécdotas insólitas dentro de la vida cotidiana, como en Final de juego (1956), Las armas secretas (1959) o Historias de Cronopios y de Famas (1962). Rayuela (1962) es una novela compleja, de capítulos intercambiables y varios niveles de lectura, un texto lleno de audacias experimentales que intenta expresar el desasosiego frente a los interrogantes de la existencia.

Juan Carlos Onetti (1909-1999), uruguayo, presenta un mundo subjetivo, lleno de obsesiones y de personajes atormentados. Sus dos obras maestras, El astillero (1961) y Juntacadáveres (1964), ofrecen un universo cerrado y asfixiante de absurdo existencial, con numerosos puntos de vista narrativos.

Carlos Fuentes (1928), mejicano, tal vez el más experimentalista de todos (junto con Cortázar), emplea un sistemático entrecruzamiento de planos temporales, sin olvidar los problemas sociales de su país, en La muerte de Artemio Cruz (1962) o Cambio de piel (1966).

Mario Vargas Llosa (1936), peruano, alterna la novela de técnicas renovadoras con las de carácter más tradicional. Entre las primeras, destacan La ciudad y los perros (1962), narración de denuncia antimilitarista, y en cierto modo, testimonial de su estencia como interno en un colegio militar, y La casa verde (1966). Entre las segundas, su obra maestra, Conversación en la catedral (1969), novela política en la que, mediante el diálogo de dos personas que repasan sus recuerdos, se analiza la situación social y las maniobras del poder.

Gabriel García Márquez (1928), colombiano, premio Nobel en 1982, es mundialmente famoso por Cien  años de soledad (1967), donde el “realismo mágico” llega a su plena madurez: cuenta la historia de la familia Buendía en un lugar mítico, Macondo, fundiendo la realidad con el mito y la fantasía; García Márquez construye una alegoría de la historia de Hispanoamérica y del mundo desde la creación y el caos hasta la nada, con el trasfondo de la soledad y el aislamiento, y tomando como referencia la estructura de los mitos bíblicos. Otras importantes novelas suyas son: El coronel no tiene quien le escriba (1958), Crónica de una muerte anunciada (1981) y El amor en los tiempos del cólera (1985).

ÚLTIMAS TENDENCIAS.

  La narrativa hispanoamericana posterior al “boom” se caracteriza, como en el resto de Occidente, por la variedad de tendencias. Decrece la opción experimentalista, tanto en los autores nuevos como en los del “boom” que  siguen en activo, y se eligen discursos narrativos más sencillos, ya sea para dar una visión de la realidad social y política, para revisar el pasado, para narrar historias más íntimas y personales o para presentar otras perspectivas de la realidad, en las que con frecuencia no falta el humor.


 Autores: Antonio Skármeta, Álvaro Mutis, Roberto Bolaño, Isabel Allende, Reinaldo Arenas y Sergio Pitol.

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