martes, 24 de marzo de 2015

LA NOVELA ESPAÑOLA DE 1939 A 1974

CONTEXTO HISTÓRICO

    La literatura después de la Guerra Civil atraviesa por diferentes etapas que se vinculan a los distintos acontecimientos y circunstancias históricas.  España vive bajo la dictadura del general Franco y esto tiene las siguientes consecuencias para el país: el aislamiento internacional, la represión política de los vencidos y una férrea censura.
   El aislamiento internacional fue mitigándose a lo largo de los años posteriores y, durante la década de los años 50, se inicia una tímida apertura hacia el exterior; asimismo, empieza a despuntar el desarrollo económico que mejorará las condiciones de vida de la población, a pesar de que implica sacrificios (emigración, control de los movimientos obreros…). Se trata de un desarrollo económico que no conlleva cambios políticos en el país.
  Con el fallecimiento del dictador, el Régimen se derrumbó y empezó un período de transición pacífica, con la reinstauración de la monarquía en la figura del rey Juan Carlos I; el proceso culmina con la implantación de un sistema democrático, la celebración de elecciones libres y la aprobación de la Constitución de 1978.
  A pesar de que la transición fue pacífica no desaparecieron problemas como el terrorismo, el golpismo y la corrupción.

1. LA NOVELA EN LOS AÑOS 40: LA NOVELA EXISTENCIAL

    El ambiente de vacío y desorientación cultural propio de los años 40 es muy acusado en el campo de la novela. Se ha roto con la tradición inmediata: quedan prohibidas las novelas con contenido social o fuera de la ortodoxia católica, así como las obras de los exiliados. Es una época de búsqueda.

1.1.  La novela en el exilio
    En el exilio publican sus novelas Max Aub, Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle) y Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español, Crónica del alba)

1.2.  La novela en España

   Existen dos tendencias básicas:

a) Algunos autores, pertenecientes al bando vencedor y que ya habían publicado antes de la guerra, gozaban del favor del régimen y hubieran podido servir de puente entre ambas etapas (así, los falangistas Rafael García Serrano y Rafael Sánchez Mazas), pero sus aportaciones fueron escasas o no tuvieron eco. Otros, como Darío Fernández Flórez, alcanzarían cierta resonancia dentro de un realismo tradicional.

b) Dos fechas suelen señalarse como indicios del arranque del género de la novela existencial: 1942, con La familia de Pascual Duarte, de Cela, y 1944, con Nada, de Carmen Laforet. Estos dos novelistas reflejan de forma cruda y amarga la vida cotidiana de posguerra (sus obras han sido incluidas dentro de la corriente del tremendismo), pero sin llegar a la denuncia social, cosa que la férrea censura hace imposible. Sus grandes temas serán la soledad, la inadaptación, la muerte…
  
Autores y obras: Miguel Delibes, con La sombra del ciprés es alargada. Gonzalo Torrente Ballester, con Los gozos y las sombras.

           
2. LA NOVELA EN LOS AÑOS 50: EL REALISMO SOCIAL (1950-1962)

   La colmena (1951) de Camilo José Cela, obra de protagonista colectivo, ambientada en un Madrid de posguerra sumido en la miseria económica y moral, ha sido señalada como precursora de la nueva corriente.

  Esta corriente del realismo social continúa adoptando un compromiso ético, un testimonio crítico y una denuncia social, pero avanza en las innovaciones formales, pues muchos novelistas recurren a las técnicas del cine y de la novela norteamericana o neorrealista italiana, coetáneas suyas.

   Dentro de la novela social es habitual distinguir dos corrientes distintas:

a) El objetivismo: destaca la utilización de un narrador oculto, como una cámara cinematográfica, que se limita a presentar los hechos y dejar actuar a los personajes con diálogos constantes. La obra cumbre de esta corriente es El Jarama (1956), de Rafael Sánchez Ferlosio, en la que se refleja la falta de ilusión y de sentido en la vida de unos jóvenes madrileños de clase trabajadora que pasan un domingo en un merendero del río.

b) Realismo crítico: otra corriente, dentro de la novela social, sería el realismo crítico, que no se limita a reflejar objetivamente la realidad, sino que pone de relieve las miserias e injusticias con ánimo de denuncia. Una obra muy representativa de esta tendencia sería La mina, de Armando López Salinas.

Autores y obras:

1. Jesús Fernández Santos (1926-1987) inaugura, según la crítica, el realismo social con su novela Los bravos (1954), en la que muestra la miseria de la posguerra en un pequeño pueblo controlado por un cacique.

2. Ignacio Aldecoa (1925-1969) fue también un gran escritor de cuentos. Destaca por su compromiso ético, la verosimilitud de sus historias y la precisión y belleza de su prosa. En sus obras narra el dramatismo y la tensión del hombre en su lucha con la vida, el destino o el trabajo. Obras: El fulgor y la sangre (1954), Con el viento solano (1956); y Gran sol (1957).

3. Carmen Martín Gaite (1925-2000) muestra en Entre visillos (1958) la opresión de las mujeres bajo la losa de las estrictas convenciones sociales de la época.

4. Juan Goytisolo (1931) denuncia en varias de sus novelas de esta época la absurda vida desocupada y abúlica de la juventud burguesa. Obras: Juegos de manos (1954),  Duelo en el paraíso (1955); y La isla (1961).

5. Ana María Matute (1926) escribe en esta época Fiesta al noroeste (1953), Pequeño teatro (1954); y Primera memoria (1960).

3. LA NOVELA DEL EXPERIMENTALISMO (1962-1975)

     En 1962 se publica Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos, novela que ejerció una profunda influencia en los novelistas españoles de la época; ese mismo año aparece La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, con la que se inicia el llamado “boom” de la narrativa hispanoamericana, que deja una honda huella en algunos de los autores que pretendían renovar la novela española; a esos propósitos renovadores contribuyó también la lectura de los grandes novelistas del siglo XX (Proust, Joyce, Kafka, Faulkner, Nouveau roman…)

  El nuevo camino emprendido en la novela española de los años 60 se debe, más que a cambios temáticos o de actitud, a la utilización de nuevas técnicas y estructuras narrativas; se mantiene el compromiso social y la actitud testimonial, pero se sustituyen las sencillas técnicas realistas por otras más complejas, propias de la llamada novela experimental:

- La trama narrativa pierde importancia, el argumento se difumina, la acción es mínima y se mezclan sucesos verosímiles con otros imaginarios.

El personaje protagonista pasa a ser el centro de la novela: se trata en muchas ocasiones de un ser borroso e incompleto, mero sostén de un largo monólogo interior o simple voz narrativa que orienta el punto de vista del relato. La libertad y la experimentación se manifiestan en el flexible empleo de las personas narrativas y en el  fluctuante punto de vista que adoptan los relatos.

El espacio tiende a reducirse o a desaparecer.

- Se evita el relato cronológicamente lineal; la temporalidad se fragmenta al mezclar los saltos atrás en el tiempo y las narraciones prospectivas, con lo que se convierte el desorden cronológico en uno de los principios rectores de la narración.

- La estructura de las novelas está a veces pensada para crear la sensación de laberinto textual por el que el lector ha de transitar; el final suele quedar abierto.

- El lenguaje se complica mediante todo tipo de procedimientos (léxico rebuscado, rupturas sintácticas, oraciones largas y complejas, lenguaje coloquial y vulgar…)

- Se suprimen, en ocasiones, los signos de puntuación o la división de la novela en capítulos, se usan distintos tipos de letra, aparecen páginas en blanco, se incluyen dibujos o caligramas; estos narradores utilizan técnicas novedosas como el contrapunto o la estructura caleidoscópica, las corrientes de consciencia, incorporación de textos no literarios, etc.


  1. Juan Marsé, con Últimas tardes con Teresa (1966).
  2. Juan Goytisolo, con Señas de identidad (1966)
  3.  Miguel Delibes, con Cinco horas con Mario (1967)
  4.  Juan Benet, con Volverás a Región (1967).
  5.  Camilo José Cela, con San Camilo 1936 (1969).
  6.  Carmen Martín Gaite, con  Retahílas (1974).
  7. Torrente Ballester, con La saga/fuga de J.B., (1972).

1 comentario:

  1. Me ha servido de ayuda, tiene una extensión algo más larga de lo que se podría escribir en la EVAU (que es para lo que yo lo necesito), pero como referencia esta muy bien

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