CONTEXTO HISTÓRICO
La literatura después de la Guerra Civil
atraviesa por diferentes etapas que se vinculan a los distintos acontecimientos
y circunstancias históricas. España vive
bajo la dictadura del general Franco y esto tiene las siguientes consecuencias
para el país: el aislamiento internacional, la represión política de los
vencidos y una férrea censura.
El
aislamiento internacional fue mitigándose a lo largo de los años posteriores y,
durante la década de los años 50, se inicia una tímida apertura hacia el
exterior; asimismo, empieza a despuntar el desarrollo económico que mejorará
las condiciones de vida de la población, a pesar de que implica sacrificios
(emigración, control de los movimientos obreros…). Se trata de un desarrollo
económico que no conlleva cambios políticos en el país.
Con el
fallecimiento del dictador, el Régimen se derrumbó y empezó un período de
transición pacífica, con la reinstauración de la monarquía en la figura del rey
Juan Carlos I; el proceso culmina con la implantación de un sistema
democrático, la celebración de elecciones libres y la aprobación de la
Constitución de 1978.
A pesar
de que la transición fue pacífica no desaparecieron problemas como el
terrorismo, el golpismo y la corrupción.
1. LA POESÍA EN
LOS AÑOS 40
Se divide en tres tendencias:
1.1.
Poesía en el exilio
Esta poesía tiene como común denominador
la añoranza de España. Uno de los poetas que sobresale es León Felipe.
1.2. Poesía arraigada
Cultivada
por autores de la llamada Generación del 36, cuyo punto de
unión es haber tomado parte en la contienda. Salvo excepciones (Miguel
Hernández y Gabriel Celaya), pertenecen al bando vencedor y son
complacientes con la dictadura. Su poesía adopta una forma clasicista
(sonetos al estilo de Garcilaso) y dos tonos diferentes:
a) Uno heroico para ensalzar
el momento presente, relacionándolo con el pasado imperial español.
b) Otro intimista para
ensalzar la belleza de la tierra, el amor dentro de la familia o el sentimiento
religioso.
Sus
órganos de difusión son las revistas Escorial, Juventud o Garcilaso; sus principales
representantes, Luis Rosales, Luis
Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, y José García Nieto.
1.3. Poesía desarraigada
En 1944 se producen dos importantes hitos
poéticos:
a) Vicente
Aleixandre y Dámaso Alonso publican, respectivamente, Sombra del paraíso e Hijos de la ira.
b) En León aparece el primer número de la
revista Espadaña. Otras
publicaciones destacadas son Corcel, en
Valencia, o Proel,
en Santander.
Los poetas “desarraigados” intentan
reflejar la peripecia individual del ser humano en tiempos de angustia y dolor.
Se trata de una poesía existencialista
y realista, que evolucionará muy pronto hacia la poesía social. El
lenguaje utilizado es abrupto, casi violento, cercano al grito.
Autores: Victoriano Crémer,
Eugenio de Nora, José Hierro, Carlos Bousoño, Gabriel Celaya, y Blas de Otero.
Un interesante grupo de poetas de la
España de posguerra es el que se configura en torno a la revista cordobesa Cántico,
fundada en 1947 (Pablo
García Baena, Ricardo Molina, Juan Bernier). Dentro del llamado postismo vanguardista destacan Carlos Edmundo de
Ory y Juan Eduardo Cirlot.
2.
POESÍA EN LOS AÑOS 50: POESÍA SOCIAL
Los
escritores salen de su angustia interior y dan testimonio de lo que ocurre
en la calle; con su protesta pretenden transformar la sociedad y tienen fe
en que la literatura como motor de ese cambio. Palabras como compromiso y
solidaridad son las que mejor expresan el sentir de estos poetas, porque buscan
compartir sus versos con los demás, con el pueblo, y que su obra no sea suya,
sino de todos. Esta actitud les conduce a expresar sus mensajes con un lenguaje
tan transparente que llega incluso, en el caso de Gabriel Celaya, a un
prosaísmo extremo. Para ellos la poesía ha de ser una actividad tan social
y tan necesaria como el trabajo o la justicia y otorgan a la palabra tanto
valor como el aire que se respira: “Poesía necesaria como el aire que exigimos
trece veces por minuto”
Dentro
de esta corriente, destacaremos a tres poetas: Gabriel Celaya, Blas de Otero y
José Hierro.
a) Gabriel Celaya. Su obra más conocida se
desarrolla a partir de 1947. Obras: Tranquilamente
hablando (1947) y Las cosas como son (1949); ambas de su etapa
existencialista. De su etapa social destacaremos: Las cartas boca
arriba (1951) y Cantos iberos (1955).
b) Blas de Otero: Es el gran poeta de la posguerra. Fue censurado y
prohibido en repetidas ocasiones. Su obra, que tiene tres etapas, es una buena
muestra de la evolución de la poesía española de la segunda mitad de siglo.
b.1. Primera etapa.
Existencialista. De tono desgarrado, se centra en la búsqueda angustiosa de
Dios, del amor y del sentido de la existencia. Obras: Ángel fieramente
humano (1949) y Redoble de conciencia (1951) englobados más tarde en el
libro Ancia.
b.2. Segunda etapa:
Poesía social. Adopta una actitud de compromiso y solidaridad con los
problemas colectivos de España. Obras: Pido la paz y la
palabra (1955), En castellano (1959) y Que trata de España (1964).
b.3. Tercera etapa:
supone un cambio formal importante, casi cercano al experimentalismo. A
esta época pertenece Hojas de Madrid (1968-1979).
c) José Hierro: Se integra en la poesía social con Quinta del 42 (1952) y Cuanto sé de mí (1959).
3. LA
POESÍA DE LA
GENERACIÓN DEL 50
Se ha dado el discutido nombre de Generación del 50 o Generación de medio
siglo al grupo de poetas que
comienza a publicar en la década de 1959. Algo más jóvenes que los poetas sociales,
comparten con ellos la visión crítica de la realidad y una similar atención a los problemas
de la colectividad. Una de las características fundamentales de estos poetas
es su preocupación por los problemas del ser humano. Ahora bien,
en ningún momento hacen de ello bandera o proclama abierta, sino que lo
preservan en su esfera personal. En la poética de estos autores pierde peso
el concepto de la poesía como comunicación,
acuñado por Vicente Aleixandre, y pasa a hablarse de la poesía como
experiencia o como conocimiento.
Se advierte en la mayoría una consciente voluntad de estilo y
un mayor esmero en el cuidado del lenguaje: el deseo de naturalidad tiene su
reflejo en la inclinación hacia lo narrativo y en el empleo de una lengua coloquial. También es muy relevante su apertura a
muy diversas influencias (Ezra Pound,
T.S. Eliot, Cavafis), lo que da en ocasiones un sesgo culturalista a sus
textos.
- Ángel González: Tratado de
urbanismo (1967).
- José Ángel Valente, Poemas a Lázaro (1960)
- Jaime Gil de Biedma, Compañeros de
viaje (1959)
- Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad (1953)
4. LA
GENERACIÓN DE LOS
“NOVÍSIMOS”
Dos fechas marcan esta etapa:
a) 1966, año de
publicación de Arde el mar, de Pere Gimferrer.
b) 1970, año en que
José María Castellet publica Nueve novísimos
poetas españoles, antología que da nombre a la generación.
Los novísimos son presentados como
un movimiento portador de un nuevo lenguaje poético que retoma el experimentalismo formal. Estos poetas ya no piensan que la
poesía pueda cambiar la realidad, así que se alejan del compromiso político,
del testimonio, y regresan a la audacia vanguardista (escritura automática, collage,
verso libre amplio) o al barroquismo expresivo.
La rica formación literaria de
estos escritores (muchos de ellos han estudiado Filología) contribuye al sesgo culturalista de
sus poemas, que rayan bastantes veces con el exhibicionismo cultural
(admiran a Eliot, Pound, Cavafis, Yeats, Sade, Lautréamont, Rimbaud, Octavio
Paz, Lezama Lima…). El gusto por lo decadente, exquisito o estilizado les conduce a enmarcar sus versos en
ambientes refinados, escenarios italianos o ciudades como Venecia; por otro
lado, son también frecuentes los motivos de la sociedad de consumo (topónimos
anglosajones, cine, deporte, cómics, música…).
- Pere Gimferrer, La muerte en Beverly Hills (1968).
- Guillermo Carnero, Dibujo de la
muerte (1967)
- Antonio Colinas, Sepulcro en
Tarquinia (1975).
- Manuel Vázquez
Montalbán, Una educación
sentimental (1967).
- Leopoldo María
Panero, Así se fundó
Carnaby Street (1970).
La poesía posterior a 1975, más realista en casi
todos los casos, presenta diversas tendencias.
Es
imposible hablar de todos los autores. La crítica ha hecho un intento por
establecer corrientes dominantes para poder estudiar esta poesía; así podemos
destacar:
a) Neopurismo:
enlaza con Góngora y Mallarmé a través de la lectura de la
Generación del 27.
Representantes:
Andrés Sánchez
Robayna con
Sobre una piedra
extrema (1995).
Justo Navarro,
con
Un aviador prevé
su muerte (Premio de
la
Crítica 1987).
b) Poesía de la
experiencia: es la corriente que más cultivadores tiene. Se caracteriza por
la historicidad, por el componente biográfico y por estar abierta a los demás.
Representantes: Luis García Montero,
con Habitaciones
separadas (1994, Premio
Nacional de Poesía en 1995), entre otros títulos. Felipe Benítez Reyes, con La mala compañía (1989).
c) Impresionismo
posnovísimo: variante del culturalismo, destaca por su aire nostálgico.
Representante: Andrés Trapiello, con La vida fácil (1985).
Se ha hablado también desde la crítica
de poesía femenina,
término quizá discutible. Podríamos citar aquí a Blanca Andreu,
con De una niña de
provincias que se vino a vivir en un Chagal (1981); Ana Rosetti, con Indicios
Vehementes (1985); Amalia Iglesias,
con Un lugar para el
fuego (1985) y Luisa Castro,
con Los versos del
eunuco (1986).