sábado, 31 de enero de 2015

MANIFIESTOS VANGUARDISTAS

1. Manifiesto futurista [Filippo Tommaso Marinetti, 11 de marzo de 1912]

I .- Es necesario destruir la sintaxis, disponiendo los sustantivos al azar, tal como nacen.

2.- Se debe usar el verbo en infinitivo para que se adapte elásticamente al sustantivo y no lo someta al yo del escritor que observa o imagina. El verbo en infinitivo puede sólo dar el sentido de la continuidad de la vida y la elasticidad de la intuición que la percibe.

3.- Se debe abolir el adjetivo para que el sustantivo desnudo conserve su color esencial. El adjetivo, que tiene en si mismo un carácter matizador, es incompatible con nuestra visión dinámica, porque supone una pausa, una meditación.

4.- Todo sustantivo debe tener su doble, es decir el sustantivo debe ir seguido, sin conjunción, de otro sustantivo al que está ligado por analogía. Ejemplo: hombre-torpedero, mujer-golfo, multitud-resaca, plaza-embudo, puerta-grifo.

Como la velocidad aérea ha multiplicado nuestro conocimiento del mundo, la percepción por analogía se hace mucho más natural para el hombre. Por lo tanto hay que suprimir el como, el cual, el así, el parecido a. Mejor aún, hay que fundir directamente el objeto con la imagen que evoca, dando la imagen abreviada mediante una sola palabra esencial.

5.- Abolir también la puntuación. Al suprimirse los adjetivos, los adverbios y las conjunciones, la puntuación queda lógicamente anulada, en la continuidad variada de un estilo vivo que se crea por si mismo sin las pausas absurdas de las comas y los puntos. Para acentuar ciertos movimientos e indicar sus direcciones se emplearán signos matemáticos: + - x = ( ) y signos musicales.
 
[...]
10.- Destruir en la literatura el "yo", es decir toda la psicología. El hombre completamente deteriorado por la biblioteca y el museo, sumetido a una lógica y a una sabiduría espantosa, ya no ofrece ningún interés. Por lo tanto debemos eliminarlo de la literatura y sustituirlo finalmente por la materia cuya esencia se debe alcanzar a golpes de intuición, cosa que no podrán hacer jamás los físicos ni los químicos.

   ¡Poetas futuristas! Yo os he enseñado a odiar las bibliotecas y los museos, para prepararos a odiar la inteligencia, despertando en vosotros la divina intuición, don característico de las razas latinas. Mediante la intuición venceremos la hostilidad aparentemente irreductible que separa nuestra carne humana del metal de los motores.

  Después del reino animal se inicia el reino mecánico. Con el conocimiento y la amistad de la materia, de la cual los cientificos solamente pueden conocer las reacciones físico-químicas, nosotros preparamos la creación del hombre mecánico de partes cambiables. Nosotros lo liberaremos de la idea de la muerte, por lo tanto de la misma muerte, suprema definición de la inteligencia lógica.

 

2. Manifiesto dadaísta [Tristan Tzara]

  DADA NO SIGNIFICA NADA

Si a uno le parece fútil y si uno no pierde el tiempo con una palabra que no significa nada... El primer pensamiento que revolotea en esas cabezas es de índole bacteriológica: hallar su origen etimológico, histórico o psicológico, por lo menos. Por los diarios se entera uno que a la cola de una vaca santa los negros Krou la llaman: DADA. El cubo y la madre en cierto lugar de Italia: DADA. Un caballo de madera, la nodriza, doble afirmación en ruso y en rumano: DADA. [...] 
Así nació DADA de una necesidad de independencia, de desconfianza para la comunidad. Aquellos que nos pertenecen conservan su libertad. No reconocemos ninguna teoría. Estamos hartos de las academias cubistas y futuristas: laboratorios de ideas formales. ¿Es que se hace arte para ganar dinero y acariciar a los gentiles burgueses? Las rimas suenan a la asonancia de las monedas y la inflexión resbala a lo largo de la línea del vientre de perfil. Todas las agrupaciones de artistas han desembocado en este banco cabalgando sobre diversos cometas. La puerta abierta a las posibilidades de arrellanarse en los cojines y en la comida. Aquí echamos el anda en la tierra feraz.
PARA HACER UN POEMA DADAÍSTA.
 
Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que quiera darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.



3. Primer manifiesto surrealista.


   Ordenad que os traigan recado de escribir, después de haberos situado en un lugar que sea lo más propicio posible a la concentración de vuestro espíritu, al repliegue de vuestro espíritu sobre sí mismo. Entrad en el estado más pasivo, o receptivo, de que seáis capaces. Prescindid de vuestro genio, de vuestro talento, y del genio y el talento de los demás. Decíos hasta empaparos de ello que la literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escribid deprisa, sin tema preconcebido, escribid lo suficientemente deprisa para no poder refrenaros, y para no tener la tentación de leer lo escrito. La primera frase se os ocurrirá por sí misma, ya que en cada segundo que pasa hay una frase, extraña a nuestro pensamiento consciente, que desea exteriorizarse.  

ARTE DE VANGUARDIA

A. PINTURA (JULIO CÉSAR GUZMÁN)

A.1. Expresionismo














A.2. Cubismo












A.3. Futurismo













B. VÍDEO (DAN NISENSON)

http://www.youtube.com/watch?v=LhX1tvTgqC8&NR=1

TEMA: NOVECENTISMO VANGUARDIAS



1. CONTEXTO HISTÓRICO-LITERARIO 

     La civilización liberal se derrumba con la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Europa se hunde en una depresión económica que propicia el auge del fascismo; en cambio, los EEUU experimenta un crecimiento económico que le permitirá situarse como la primera potencia mundial. En 1917, estalla la revolución bolchevique de Rusia: el objetivo era la revolución socialista mundial. Se funda la III Internacional.
   Durante la Primera Guerra Mundial, España se mantuvo neutral. Pese a los beneficios empresariales obtenidos gracias a dicha neutralidad, la población se empobreció y se intensificó la lucha de clases, lo que culminó en la huelga general de 1917. En Barcelona, grupos anarquistas pasaron a la acción directa y organizaron atentados, a lo que respondió la patronal con bandas de pistoleros a sueldo. En 1920 se fundó el Partido Comunista de España. A esta tensión social se añadieron las consecuencias del anacrónico colonialismo español en el norte de África. Con el golpe militar de Primo de Rivera, en 1923, termina la Restauración  

2. LAS VANGUARDIAS 

    Los diferentes movimientos vanguardistas se suceden en Europa a un ritmo vertiginoso. Es un rasgo general de las vanguardias la voluntad de experimentación, de desarrollar un arte nuevo, así como su hostilidad hacia la tradición y la negación de todo valor al pasado artístico. Reaccionan, en particular, contra la sensibilidad romántica, pues hacen gala de un marcado antisentimentalismo. Los vanguardistas son provocadores: desprecian al gran público y a la burguesía, a la que buscan escandalizar con sus actitudes insolentes y agresivas.
  Las diversas vanguardias suelen darse a conocer en las revistas literarias mediante proclamas o manifiestos, en los que atacan lo que consideran el arte oficial y defienden sus nuevas propuestas estéticas.

2.1. EL EXPRESIONISMO

     Se distingue del resto de los movimientos vanguardistas en que no niega la tradición artística, sino que acentúa los rasgos ya existentes en el Naturalismo y en el Impresionismo. Su estética rechaza que el arte sea una mera representación externa de la realidad, porque ha de revelar la realidad interior, para lo cual se resaltan hasta la deformación aquellos aspectos que expresan mejor las características físicas o psicológicas de lo que se describe.
   En Alemania y en los países centroeuropeos y nórdicos es donde el Expresionismo se desarrolla con mayor vigor. Algunos nombres de escritores expresionistas que merecen destacarse son; Georg Trakl, Franz Werfel, Alfred Döblin, Georg Kaiser, y, especialmente, Kafka. La influencia del expresionismo será decisiva en la obra de los dramaturgos Valle Inclán y Bertolt Brecht.

2. 2. EL FUTURISMO

      El primer manifiesto futurista (1909) fue obra del italiano Filippo Tommaso Marinetti. La exaltación de la acción y de la violencia y el repudio del sentimentalismo revelan la influencia de Nietzsche. Estas ideas, su entusiasmo por la guerra y su nacionalismo, explican que Marinetti y otros futuristas terminaran identificándose ideológicamente con el fascismo. Por el contrario, los futuristas rusos se incorporan a la revolución bolchevique, en la que ven la concreción social de sus ideales estéticos revolucionarios. El más importante de todos ellos es Vladimir Maiakovski.  
  Como aportación literaria del Futurismo, debe insistirse en que abre camino a los sucesivos movimientos vanguardistas, propone liberar el lenguaje de ataduras y cambia toda una mitología literaria al sustituir los objetos consagrados por la tradición como expresión de la belleza por nuevos motivos extraídos de la vida moderna: el automóvil, el avión, las locomotoras, las fábricas, la luz eléctrica, los deportes, etc.

2. 3. EL CUBISMO

     La literatura cubista debe muchas de sus características a la pintura: fragmentación de la realidad para reelaborarla creativamente, superposición o yuxtaposición de planos, desdoblamiento del punto de vista... Los escritores cubistas atienden a los aspectos visuales de los textos: tipos de letra, especial disposición tipográfica de los versos... El caso extremo de imbricación entre literatura y pintura lo constituyen los caligramas de Apollinaire, en los que las letras del texto forman un dibujo alusivo al contenido del mismo.

2.4. EL DADAÍSMO

   Surge en Zurich cuando un grupo de emigrados organizan en el Cabaret Voltaire unas veladas de aniquilación estética, en las que componen poemas con palabras escogidas al azar o recitan al unísono sartas de sílabas sin sentido. El principal animador del grupo es el escritor Tristan Tzara.
  Algunas características del dadaísmo son: propensión al absurdo, exaltación de lo ilógico y azaroso, regreso a la pureza infantil, búsqueda del primitivismo. En un mundo dominado por la guerra y la destrucción, los dadaístas recurren a la incoherencia absurda como modo de repulsa de la situación. Atacan los principios de la razón, que habían dado lugar a la guerra: en adelante, cualquier cosa puede ser una obra de arte, porque lo importante es el acto de crearla o concebirla. Junto a Tzara, destaca Francis Picabia. 

2.5. EL SURREALISMO. LA REHUMANIZACIÓN DE LAS VANGUARDIAS

    De los rescoldos del Dadaísmo nació, en los primeros años 20, un nuevo movimiento vanguardista, denominado originalmente en francés Surréalisme. El Surrealismo tuvo por principal impulsor al escritor francés André Breton, quien redactó el primer manifiesto en 1924.
   El interés por el subconsciente, por los sueños y por los aspectos del pensamiento humano no sometidos a la lógica y a la razón está relacionado con el conocimiento de las teorías de Freud y la doctrina del psicoanálisis. La obra de arte debe ser, así, el lugar donde aflore todo aquello que, reprimido por las normas morales o sociales, se encuentra oculto en el interior de las conciencias.
   Para conseguir un lenguaje en libertad, Breton propone la escritura automática. El automatismo expresivo (apenas puesto en práctica de forma absoluta,  salvo en determinadas condiciones, como cuando se alcanza un estado de trance a través de la hipnosis o bajo la influencia de las drogas) tiene como consecuencia cierta renovación estilística al dar entrada a asociaciones insólitas de palabras, imágenes oníricas y visionarias, sorprendentes metáforas, relaciones inadvertidas entre las cosas y los seres, además de abrir el camino a nuevos temas, como el mundo de los sueños y de la imaginación, la atracción por todo lo inquietante y misterioso, la fascinación ante objetos extraños y seres enigmáticos, el gusto por la magia y por los fetiches más insólitos, etc.
  Junto con Breton, otros escritores, también franceses, que se encuentran entre los principales valedores iniciales de Surrealismo son Paul Éluard, Louis Aragon y Antonin Artaud.
   El Surrealismo contribuyó a la rehumanización de las vanguardias al poner el acento sobre aspectos como el compromiso social o la revolución moral. 

3. NOVECENTISMO  

  Se conoce como Novecentismo el movimiento cultural que, en la segunda década del siglo XX, se opone a cuanto se considera propio del ochocientos

   La decadencia del Modernismo es patente: las nuevas revistas literarias preconizan una literatura diferente que dé cauce a las nuevas inquietudes intelectuales. Una de estas revistas, la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset en 1923, se convirtió en el órgano de expresión de la nueva intelectualidad: los escritores ya no son bohemios que se ganan la vida con sus artículos periodísticos, sino profesionales (filósofos, científicos, filólogos, juristas...) sólidamente formados, titulados universitarios, muchos de los cuales han seguido estudios en el extranjero gracias a la actividad de la Junta de Ampliación de Estudios o del Centro de Estudios Históricos. Estos orígenes explican muchas de las características del Novecentismo: 

a) Racionalismo
b) Antirromanticismo
c) Defensa del arte puro 
d) Aristocratismo intelectual
e) Estilo cuidado

  El papel de los escritores novecentistas no se circunscribe a la actividad intelectual o artística, sino que pretenden también influir en la realidad española de su tiempo, participando en la vida política e identificándose con los ideales de libertad, cultura y progreso. Se consideran europeístas

1. JOSÉ ORTEGA Y GASSET

   Se convirtió en la imagen del intelectual de referencia durante varios lustros. Entre sus numerosos ensayos cabe destacar Meditaciones del Quijote, España invertebrada, El tema de nuestro tiempo, Ideas sobre la novela, La deshumanización del arte y La rebelión de las masas.
   En La deshumanización del arte realiza un análisis sociológico del arte de vanguardia. Para él el arte nuevo "divide al público en estas dos clases de hombres: los que lo entienden y los que no lo entienden". Eso explica el carácter minoritario y antipopular del arte nuevo y, por tanto, que cuente con el rechazo de la masa. Es un arte hermético, intelectual, antirromántico y antirrealista. Debe ser un arte puro alejado de la psicología, de la sociología, de la vida y de las experiencias personales. En este proceso de pureza y deshumanización, el principal recurso del poeta es la metáfora, puesto que supone siempre una desrealización. Al alejarse de la realidad, el arte se convierte en un juego intrascendente que causa placer por sí mismo.

2. GABRIEL MIRÓ     
                                                    
  Es un ejemplo del escritor puro, característico del ideal novecentista del individuo entregado de lleno a su destino de artista. Pueden distinguirse dos etapas en su producción:
a) En la primera está todavía presente la influencia modernista: ambientes enfermizos y decadentes, personajes abúlicos e inadaptados, atmósfera sensual, tono melancólico... La más notable de sus novelas es Las cerezas del cementerio.
b) En su segunda etapa, Miró encuentra su estilo personal en una prosa elaboradísima, que busca la perfección formal, y en la que lo importante son las prolijas descripciones de sensaciones y ambientes, a las que sirve de marco una acción mínima. Todo ello se observa en sus novelas más ambiciosas, Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso. Ambas tienen continuidad argumental y retratan el ambiente sórdido y opresivo de la ciudad de Oleza (Orihuela).

3. RAMÓN PÉREZ DE AYALA
 
    Sus primeras cuatro novelas, Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G., La pata de la raposa, Troteras y danzaderas, tienen un fuerte contenido autobiográfico: retratan la crisis de conciencia del protagonista. Técnicamente, sin embargo, estas narraciones están próximas a la novela realista.
  Distintas son las novelas que escribe en la década de los 20, Belarmino y Apolonio, y dos novelas dobles Luna de miel, luna de hiel y Los trabajos de Urbano y Simona, por un lado, y Tigre Juan y El curandero de su honra, por otro. Se trata de novelas intelectuales en las que se adelgaza la acción porque lo importante son las reflexiones sobre los temas más diversos (filosofía, psicología, estética, política, moral...).



4. RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

    Fue pionero en la introducción de las vanguardias en España y escribió, además, una nutridísima obra literaria: ensayos, biografías, narraciones cortas, novelas, obras de teatro... Pero lo más característico de su producción son las greguerías, imágenes lírico-humorísticas que, de modo ingenioso, establecen relaciones insólitas y faltas de lógica entre dos objetos o conceptos. El propio Ramón definió las greguerías como "metáfora+humor", pero los procedimientos técnicos mediante los que las construye son muy variados: paranomasias, retruécanos, parodias de frases hechas, antítesis, paradojas, dilogías...Hay que vincular la greguería a la libertad imaginativa de la vanguardia, que busca relaciones insospechadas entre los objetos. Las greguerías se publicaron en distintos volúmenes a partir de 1917, y salpican, además, otros libros de autor, con lo que se convierten en un ingrediente básico de su prosa.
  Como dramaturgo, Ramón intentó en su juventud participar en la renovación del anquilosado teatro español con casi una veintena de piezas originales. Escribió también numerosas biografías, así como un interesante libro de memorias, Automoribundia. Sus ensayos son también abundantísimos: El Rastro, Pombo, El Rastro...Pero quizás lo más interesante de la producción literaria de Gómez de la Serna son sus novelas, La viuda blanca y negra, Cinelandia, La quinta de Palmyra, El novelista, El torero Caracho.

jueves, 15 de enero de 2015

PINTURA MODERNISTA







MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98
  
I. CONTEXTO HISTÓRICO-LITERARIO

    “El problema de España”, que se hizo especialmente acuciante a finales del XIX, no se basó exclusivamente en un enfrentamiento entre liberales y conservadores, sino que en él intervinieron multitud de factores, entre los que se cuentan el atraso en la industrialización, el desarrollo urbano, la emigración de los campesinos, la tiranía de una burguesía oligárquica durante la Restauración y la incipiente organización del proletariado.  
    Este desequilibrio nacional se enmarca, además, en un proceso de transición desde una historia europeísta hacia un nuevo orden mundial, proceso que desembocará, finalmente, en la Primera Guerra Mundial. 1914 supone la ruptura definitiva con el siglo XIX: los valores que habían aportado seguridad al hombre europeo (el positivismo, el progreso, el pragmatismo, el materialismo, etc.) fracasan estrepitosamente. Se sufre, en consecuencia, el llamado “mal del siglo”: se extiende por la sociedad el convencimiento de que la realidad es incognoscible, de que existen hechos que escapan de la percepción sensorial, de que la razón no lo puede todo, de que Dios y la religión se difuminan como en una nebulosa… La población se ve sumergida en una sensación generalizada de pesimismo, de hastío vital, y, como es fácilmente deducible, este sentimiento de fracaso afectará de manera especial a una pequeña potencia insuficientemente desarrollada, como España, que se ve de pronto en el centro del conflicto mundial por su posesión de las colonias de Ultramar, territorios ambicionados por EEUU y que acabará por perder definitivamente en el “desastre” del 98.

    Desde esta perspectiva socio-histórica, el Modernismo y la Generación del 98 son dos caras de una misma moneda, ya que ambos movimientos estéticos reflejan la sensación de crisis finisecular, y entran a formar parte de un estilo de época que intenta romper con los valores y las formas de vida de una burguesía tradicional, que ha conducido a la sociedad al desastre. 


1. MODERNISMO: Se conoce como modernismo la corriente literaria que surgió en Hispanoamérica en torno a 1880, por obra de un grupo de escritores inconformistas que, con el poeta nicaragüense Rubén Darío a la cabeza, se rebelaron contra la literatura realista anterior, los gustos estéticos conservadores y el materialismo burgués del que hacían gala las clases dirigentes. Su rebeldía apuntaba a una voluntad de transformar las jóvenes repúblicas hispanoamericanas para acercarlas a las formas de vivir y pensar de los países más avanzados (Francia, en particular).
           Importantísima es la influencia de la literatura francesa, en concreto de:

a) Parnasianismo: toma su nombre de la publicación en 1866 de una antología de jóvenes poetas franceses con el título de "Parnasse contemporain". Los parnasianos defienden el ideal del "arte por el arte": frente al creciente utilitarismo, el arte y la belleza están por encima del bien y del mal y son el único consuelo de la vida. El Parnasianismo influye por su anhelo de perfección formal, por su afición al detalle y por el gusto por la mitología griega, el exotismo oriental, las civilizaciones antiguas...

b) Simbolismo: aparece, en sentido estricto, a mediados de los años 80. Los poetas franceses más destacados, dentro de esta corriente, son Stephane Mallarmé y Paul Verlaine.
   Para los simbolistas,  la poesía se convierte en un instrumento de conocimiento que intenta ascender a una realidad suprarracional. Lo inefable sólo puede evocarse a través del símbolo y el ritmo musical de los versos, como explica Valle-Inclán en La lámpara maravillosa”. La influencia de este movimiento se percib en el uso de  aliteraciones, adjetivos ornamentales, imágenes sugerentes, símbolos, atrevidas sinestesias, vocablos exóticos, cultismos, neologismos, profusión de palabras esdrújulas... El ansia de renovación y el deseo de musicalidad conducen a una gran variedad métrica. Por influencia de los simbolistas franceses, se emplean los alejandrinos y los versos libres; en su anhelo de novedades rítmicas, los modernistas imitan la métrica clásica, si bien no rechazan el uso de esquemas métricos tradicionales (sonetos, coplas, seguidillas,  romances, silvas, serventesios...).



2. GENERACIÓN DEL 98: A partir de 1913, fecha en la que Azorín utilizó el concepto de Generación del 98 para referirse a los nuevos escritores de esta época, se extendió la distinción entre los escritores que se refugiaban en el esteticismo como rechazo del mundo, para los que se reservó el marbete de modernistas, y aquellos que, como Unamuno, Baroja o el propio Azorín, mostraban una actitud crítica ante la realidad, defendían la necesidad de cambios y adoptaban un compromiso social y político explícito. Estos últimos constituirían la Generación del 98. En realidad, los escritores de ambos grupos mantuvieron una relación personal y literaria constante, sin hacer diferencias entre unos y otros.



II. RASGOS DE LA LITERATURA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

   A principios del siglo XX, la concepción de la Literatura da un giro radical hacia una nueva sensibilidad artística, que defiende el arte por el arte y la renovación de una forma de escribir caduca, lo que no es sino un síntoma de ruptura definitiva con la sociedad decimonónica.

1. Renace el gusto romántico por épocas pretéritas y por países exóticos. En España, los escritores de fin de siglo defienden el mito de una Castilla antimercantil, austera y espiritual, en la que ven la esencia de España.

2. Hay una especie de complacencia en lo mortecino y ruinoso (decadentismo).

3. Se extiende una sensación general de hastío vital (spleen). Es característico en los textos de los jóvenes escritores el enfrentamiento entre intelectualismo y vitalismo, de forma que, siguiendo a Schopenhauer, se defiende que el pensamiento y la reflexión conducen al dolor. 

4. Es muy frecuente en la literatura modernista la aparición del erotismo, a veces conviviendo con el decadentismo y el malditismo.

5.  Los modernistas desean saltar por encima de las fronteras, son cosmopolitas y su meca es París.

6. La insatisfacción con el mundo es la causa de la angustia existencial que lleva a estos escritores a buscar lo trascendente más allá de las apariencias, búsqueda que se manifiesta en un espiritualismo exacerbado, en la identificación de Dios con la naturaleza (panteísmo), en el interés por los fenómenos inconscientes y en la afición por doctrinas esotéricas.

7. Ese anhelo de trascendencia conduce a una nueva Estética en la que se exalta la Belleza como el ideal supremo: el esteticismo es un culto casi religioso a la Belleza.



LA POESÍA ESPAÑOLA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. AUTORES Y OBRAS

1. RUBÉN DARÍO

    La obra de Rubén Darío (1867-1916) fue punto de referencia inexcusable de la lírica hispana contemporánea a ambos lados del Atlántico. Ya con su libro en prosa y verso Azul (1888) se ponen de manifiesto los pilares de una nueva estética, en la que se renuevan tanto la métrica como el vocabulario poético, se exaltan la Grecia clásica y el siglo XVIII, se prefieren ambientes exóticos, se advierte una acentuada preocupación por el ritmo y la musicalidad de los versos, etc. El rechazo a lo español es explícito y los modelos poéticos son los parnasianos franceses y otros poetas como Walt Whitman.
   Es en Prosas profanas (1896) cuando el Modernismo de Rubén Darío llega a su cenit. Un mundo brillante de belleza y colorido se encarna en nuevas combinaciones estróficas y en versos desconocidos en la tradición métrica hispánica (el alejandrino, el eneasílabo, el dodecasílabo...).
    La exuberancia formal se depura y atenúa en Cantos de vida y esperanza (1905), obra de madurez, que se sitúa ahora en la línea del Modernismo intimista, más meditativo y menos esplendoroso. Hay en ella un ahondamiento espiritual que refrena la exaltación vital del primer Modernismo y acentúa el tono nostálgico y hasta la amargura existencial que sólo esporádicamente se advertía en los libros anteriores. Junto a la poesía reflexiva y melancólica, aparece también en Cantos de vida y esperanza una poesía civil que reivindica los valores de la vieja comunidad hispana frente al imperialismo yanqui, percibido ahora como la verdadera amenaza para los pueblos americanos, una vez superado y extinguido el antiguo colonialismo hispano.



2.  MANUEL MACHADO
    En su poemario Alma, toma estrofas y elementos del folclore andaluz


 3. MIGUEL DE UNAMUNO
       En su primera novela, Paz en la guerra sigue el modelo realista (aparece el concepto de Intrahistoria). En 1902 aparece Amor y pedagogía, novela que rompe con las formas de narración tradicionales y se aproxima al género del ensayo.
    En las siguientes novelas, a las que llama “nivolas”, muestra su preocupación por España y la lucha entre la fe y la razón. Sus obras más destacadas son  La tía Tula, Niebla, San Manuel Bueno, mártir.
   En lírica, destacan los poemarios El cristo de Velázquez y Romancero del destierro, en los que demuestra ser un poeta culto, que huye de la sonoridad fácil, porque cree que el sentimiento poético ha de pasar por el filtro de la reflexión.

4.  PÍO BAROJA
    En su vasta producción pueden señalarse dos etapas, según las distingue él mismo en sus memorias: una, de 1900 a la guerra mundial; desde la guerra del 14 hasta ahora. A estas dos épocas cabría añadir una tercera, la correspondiente a los últimos veinte años de vida del autor.
  La primera etapa es la más importante literariamente. Aparecen en ellas obras muy significativas: "Camino de perfección", "La lucha por la vida" (trilogía compuesta por "La busca", "Mala hierba" y "Aurora roja"), "El árbol de la ciencia". Sus protagonistas se caracterizan por su inadaptación y su enfrentamiento con el mundo. En esta época escribe también novelas de acción y aventuras, que preludian sus novelas posteriores: "Zalacaín el aventurero", "Las inquietudes de Santi Andía".
    El proyecto más ambicioso de su seguna es el intento  de escribir novela histórica: un poco en la estela de los "Episodios Nacionales", redacta las 22 novelas que integran las "Memorias de un hombre de acción". 
   Después de la Guerra Civil, la capacidad creativa de Baroja decae, aunque esta es la época en que escribe sus memorias, su obra más importante de este período.
    Frente a la novela orgánica y cerrada del Realismo, Baroja propone una novela abierta y cambiante, cuyo rasgo fundamental debe ser su amenidad, lo que se refleja en rasgos como la acción ininterrumpida, los rápidos cambios de escenarios, la profusión de personajes, la concentración de escenas dialogadas.


5. JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN
   Se interesó desde muy joven por el krausismo y el anarquismo. Algunas de sus novelas son La voluntad, Confesiones de un pequeño filósofo. En su estilo, destaca la sintaxis breve, con  muchas descripciones.


6. RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN
     Son sus cuatro Sonatas, subtituladas Memorias del Marqués de Bradomín, las obras más importantes de su primera época: Sonata de otoño, Sonata de estío, Sonata de primavera, Sonata de invierno.  Estas novelas son modernistas por su sugerencia musical y simbolismo, pero también por la caracterización del personaje de Bradomín como un dandy aristocrático.
   En las tres novelas de La guerra carlista (Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera, Gerifaltes de antaño) Valle-Inclán narra episodios de la última guerra de ese nombre acaecida en España en el siglo anterior. Técnicamente, estas novelas presentan rasgos que las alejan del molde de las novelas realistas: tendencia al fragmentarismo, estructura episódica, capítulos breves a veces temporalmente dislocados, atención preferente al lenguaje por encima de todo.
    Las fronteras entre narración y teatro se diluyen en su etapa de los Esperpentos: las grandes novelas de estos años (Tirano Banderas, El ruedo ibérico: La corte de los milagros, Viva mi dueño, Baza de espadas) están próximas a los esperpentos teatrales no sólo en estilo, lenguaje y configuración de personajes, sino también en la relevancia que adquiere el diálogo y en la subordinación a él de la narración y la descripción, reducidas en muchas ocasiones a acotaciones impresionistas próximas a las del modernos guion cinematográfico.


7. ANTONIO MACHADO (Lírica)
    En 1903 publica su primer poemario, “Soledades”: pretende captar en sus versos lo que él llama universales del sentimiento; es muy característico el empleo de símbolos, con los que trata de escudriñar el misterio de lo escondido (el camino, el espejo, el laberinto, la fuente, el mar, la tarde, el otoño, etc.). 
   En 1907 reedita “Soledades”  bajo el título de “Soledades. Galerías. Otros poemas”. Se acentúa la línea intimista, y se incorporan nuevos símbolos, como el de las galerías del alma, con el que Machado pretende sugerir el interior de la conciencia. Se percibe una sensación general de angustia por el fluir incontenible del tiempo y por la premonición de la muerte.
   En Campos de Castilla” (1912)  pasa a primer plano la realidad exterior. Aunque el poeta conserva el uso del símbolo, describe lugares reales que, muchas veces, se pueblan de personas o aluden a circunstancias históricas.   Un nuevo tipo de poesía hace también su aparición en este poemario: la poesía sentenciosa de tipo filosófico y moral que integra la serie “Proverbios y Cantares”.

   En “Nuevas Canciones” (1924) incluye un nuevo centenar de “Proverbios y Cantares”, en los cuales desgrana sus inquietudes filosóficas. Se vale para ello de una serie de escritores apócrifos a través de los que expone sus ideas (Abel Martín y Juan de Mairena son los más destacados).
     Entre los últimos textos poéticos de Machado, merecen destacarse las “Canciones a Guiomar” y los versos escritos durante la Guerra Civil, en los que muestra su compromiso cívico y político.


8. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
  concibe desde muy pronto su creación poética como parte de una obra total: la suya es una poesía en sucesión, una obra en marcha hacia la Belleza.

A. La poesía en verso

A.1. La época sensitiva.  Sus libros “Ninfeas” y “Almas de violeta” muestran un tono decadente y neorromántico; “Rimas”, además de la evidente huella de Bécquer, deja traslucir la influencia de los simbolistas franceses; “Arias tristes” y “Jardines lejanos” sitúan la poesía de su autor en la órbita del Simbolismo.
    Durante su estancia en Moguer, compone “Elejías”, “Las hojas verdes”, “Baladas de primavera”, “Pastorales”, “La soledad sonora”, “Poemas májicos y dolientes”…Estío” es ya un claro exponente del cambio: estamos ahora ante una poesía a la vez conceptual y formalmente sencilla, rasgos básicos de la segunda etapa del poeta.
                                            
A.2. La época intelectual. Se inicia con un libro capital de la lírica contemporánea “Diario de un poeta recién casado” (1917). Este poemario rompe con el Modernismo finisecular y abre la poesía española a las innovaciones vanguardistas: verso libre, poemas en prosa, enumeraciones caóticas, frases en inglés, uso del collage, etc. La paulatina desaparición de la anécdota conduce a una poesía pura o desnuda que busca la expresión de lo inefable casi a la manera de los viejos místicos.
    Eternidades”, “Piedra y cielo”, “Poesía” y “Belleza” prosiguen el proceso de intelectualización y abstracción. Los poemas son ahora breves y densos. “La estación total” recoge los poemas escritos por Juan Ramón Jiménez entre 1923 y 1936. La índole metafísica de sus versos es progresivamente mayor: resulta clave en ellos el concepto de conciencia, una conciencia que debe permitir al yo escapar de los límites espaciales y temporales que impone la muerte; la conciencia así ensanchada se asocia con la plenitud y la eternidad.

A.3. La etapa suficiente o verdadera. Comprende toda su producción en los años del exilio. “En el otro costado” aparece “Espacio”, un poema en prosa que recrea líricamente los conceptos esenciales del último Juan Ramón (la unidad profunda de todo lo existente, la visión panteísta de la realidad, la conciencia del poeta como Dios que da sentido al mundo). En “Dios deseado y deseante” se llega a la posesión de esa conciencia que se identifica con Dios, un Dios que nada tiene que ver con el cristiano, pues lo ha creado el poeta, fruto de su esfuerzo casi místico de depuración y perfección (la Belleza).

B. La poesía en prosa
                              
  Destaca “Platero y yo”, que se editó por vez primera en 1914, si bien su versión definitiva, muy ampliada, apareció en 1917. En este libro, con un estilo en el que abundan los rasgos modernistas, pero en el que se hace evidente el propósito de superación del Modernismo, el escritor muestra su anhelo de gozosa armonía con la Naturaleza.